viernes, 12 de agosto de 2011

¿Me ayudas a poner el cielo raso?

Con esa solicitud nació una de las más desagradables y morbosas experiencias de mi vida. Cuando el amigo de mi familia me pidió ayuda para poner el cielo raso en su casa, jamás me imaginé cuán ordinario era ese señor que posaba como un respetado padre de familia…

Todo comenzó el día de pascuas, cuando yo junto a mi familia almorzaba como es costumbre en estas fechas. Un amigo, a sabiendas de que yo estaba ahí, llamó y me preguntó si le podía ayudar a poner en su casa el cielo raso. Como eran días de vacaciones no encontré ningún problema para ayudarlo, después de todo era un amigo…
Cuando llegué esa tarde noté mi error al aceptar ayudarlo: ¡era muy grande el espacio! nos  tomaría horas poner cada una de las pesadas secciones que componían el techo, en fin, el daño estaba hecho y no tenía otra alternativa que ponerme a trabajar. Todo iba perfecto, hasta que me percaté de las miradas algo sugerentes y poco disimuladas que tenía hacia mí el señor -de unos cincuenta  años más o menos-,  en ese momento comprendí que no sólo tendría que trabajar muy duro esas horas sino que también iba a tener que aguantar a un viejo verde (pedófilo) cachondo y reprimido. Y no me equivoqué, en instancias en las que yo subía por la escalera para medir una de las secciones, el señor muy amablemente me ayudó subir, ¡empujándome con su mano en mi culo!, me apresuré a subir en ese momento alejando rápidamente mi culo de su mano, y negándome a que me ayudara a bajar, por supuesto.
Más adelante, noté cómo me miraba el bulto -que modestia aparte es un poco grande-, y ya supuse lo que vendría; en  un “accidente” el viejo verde me tocó el pene, suelo excitarme cuando eso pasa pero lo único que esa acción lo único que me produjo fue asco. Harto ya de esos y más manoseos que me propendió ese señor, le puse las cartas sobre la mesa
-¿qué se supone que está haciendo?
-es una broma, no te enojes
-¿cómo que una broma? usted me está manoseando, usted no tiene verguenza, ¿por qué me toca la cola y el pene?
-Estamos entre hombres, no pensé que te ibas a enojar, es una broma
-¿y su esposa qué opinaría de éstas bromas?
-está bien, me disculpo si te ofendí, ¿seguimos trabajando?
- no, discúlpeme pero ni loco sigo trabajando con usted.
-bueno, pero no le digas a nadie, era una broma, ¿si?
- Yo no le voy a decir a nadie pero usted vaya a un psicólogo.
-¿cuánto te debo?- me preguntó para pagarme por la jornada de trabajo de esa tarde-
-$250 (algo más de 13 dólares)
El viejo me pagó y rápidamente me fui, espero no tener que cruzarme nuevamente con él. Esa experiencia me marcó, me demostró lo desesperados que están quienes fingen su vida, quienes por guardar las apariencias viven una vida que no es verdadera. El señor lógicamente estaba desesperado, pero yo no soy un objeto. Mucha confianza tuvo suponiendo que yo me mantendría inactivo durante sus depravaciones y quizá hasta esperando que le siguiera la corriente, pero la mera verdad es que se equivocó. No tiene la valentía suficiente como para expresar su verdadera orientación sexual pero sí para manosear a personas mucho más jóvenes que él. Quizá la historia no hubiese sido la misma si en lugar de hacer lo que hizo se hubiese sincerado primero, puesto que si bien jamás tendría sexo con él por lo menos sería un poco más empático de la situación, pero nada de esto pasó. Ésta historia pese a  todo tiene unas moraleja, ¿cuáles son? fácil: 1-no te metas conmigo, y 2- no debes tener una doble vida si eres gay, enfréntate con valor a la sociedad, o de última, no trates de saciar tus ganas con personas sin su consentimiento.
Bueno, terminando, a partir de ésta publicación voy a promocionar el Blog, espero que les guste y que me dejen sus comentarios. Se aceptan criticas. Saludos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario