sábado, 21 de julio de 2012

¡Ladran Sancho, señal que cabalgamos!

Ser un adolescente gay con medio cuerpo dentro del closet y medio en el arcoiris significa casi indefectiblemente ser sujeto de escrutinio público.
¿Será o no será? ¿Tendrá novia, novio o qué?
Porque veamos... Yo me he definido como queer y lo soy. Pero ¿cómo explicarles que no conocen la diferencia entre gay y travesti?
Bueno, la cuestión es que soy "gay", si, pero tengo barba, tengo un carácter que cualquier bolche viejo envidiaría y unos atributos que si me dedicara a la industria porno me iría bien. Todo esto contrasta también con mi pequeñez (soy portátil para mayor entendimiento, no enano, ni siquiera chico, pero me faltan algunas jornadas de gym), mi falta de interés por el fútbol, mi negativa a las invitaciones de amigos para acudir a prostíbulos, u otros lugares que directa o indirectamente me pongan en contacto con una potencial pareja sexual femenina, mis gustos musicales y mis opiniones políticas que en ningún momento se apartan de mi lgtb activismo.

Todo esto, reitero, me hace ser centro de críticas. Tanto de personas que me quieren y respetan, como de personas que todo lo contrario: me odian y calumnian.

Ser, o plantear la ambigüedad -descaradamente, lo admito- sobre mi orientación sexual es objeto constante de discusión entre compañeros de clase, no me atrevería a ponerla al par que el fútbol o los profesores, pero sí tengo el dato de que es un tema de recurrente charla.

El año pasado, sobre todo al principio de las clases, esto me molestaba y mucho y lo hice patente en algún post que escribí al respecto, pero no sé qué es lo que pasó desde ese momento a la fecha, que ahora en lugar de molestarme lo disfruto y mucho.
Y es que razones tengo: un trabajo que me agobia pero al final de mes me deja las ganancias necesarias para subsistir con determinada independencia, estudios que con sus contratiempos avanzan; una familia que frente a todo respeta y acompaña, una vida sexual y afectiva activa: una existencia organizada, que aunque con la mayoría del tiempo me tiene ocupado, me permite disfrutar -aunque con culpa- de bellos momentos.
Así que ¿en qué cambia el escrutinio de los demás sobre mi vida? En muchos casos significa el fin de una carrera, la ruptura de relaciones familiares, un punto de inflexión quizá para la depresión. Pero ni esos, ni ninguno aplican para mi. Mi vida está organizada y si ladran mis queridos amigos, es señal que cabalgamos. Y que ladren, que cuanto mayor sea el ruido más grande es mi regocijo.




viernes, 20 de julio de 2012

Angustia

En este momento debería estar trabajando. Pero francamente no me dan las ganas para hacerlo. Podría decir que mi trabajo me agota, pero esa palabra quedaría floja. Mi trabajo no me agota; me exprime. Me quita las ganas de ver una computadora (vale aclarar que mi trabajo no es físico, resultaría grandilocuente si dijera que es un trabajo intelectual, pero aquí quien se expresa soy yo y no tengo tapujos en decirlo: mi trabajo es intelectual -hasta me siento importante diciéndolo jiji-) y me angustia cada vez que recibo un correo electrónico de mi jefe, o de alguna persona de mi trabajo.
Siento que siendo tan joven asumí una responsabilidad de la cual no me siento a la altura, y creo también que las personas que me contrataron depositaron en mi una confianza que temo traicionar.
Lo que me amarga, o me disgusta si lo prefieren, es justamente no poder estar a la altura de las circunstancias y esto trae, o traerá aparejado, serias consecuencias para mi futuro laboral y para el presente de varias personas que dependen de mi correcto desempeño.
Ya sé que en este momento no debería escribir esto sino que tendría que trabajar, pero de la misma manera que con hambre no se puede pensar, con disgusto no se puede trabajar. O si se puede, es verdaderamente un martirio.
Estoy terminando mis estudios y al mismo tiempo tengo un trabajo que me distrae de la mayoría del tiempo que cualquier adolescente a esta altura estaría disfrutando, y lo que persigo con esto no es dinero sino que referencias laborales (que me prometieron, y en esta institución son muy buenas). En fin, por un "futuro mejor" me estoy olvidando de tener un digno presente.
 ¡Me estoy olvidando de vivir! o bueno... si lo hago, no puedo evitar de pensar en el trabajo. Es como tener un examen importantísimo al día siguiente pero todos los días.
Para empeorar la situación, soy un adolescente. Mayor de edad, sí, pero adolescente al fin. Y en mi trabajo estoy junto a una socióloga, una abogada y un maestro en una relación de pseudo horizontalidad que no puedo mantener.

Pensaba estar súper calificado para la tarea, pero no. No lo estoy, y cuál es mi tristeza...
El único consuelo que me queda es que este trabajo terminará pronto, en unas semanas, y en el mejor de los casos saldré con unas referencias laborales que cualquier universitario envidiaría.

¿Se han sentido en algún momento así?

jueves, 19 de julio de 2012

Salida del armario Etapa 1 completa.

Hace unas semanas salí del armario con una amiga. Un sinsabor me quedó de esa experiencia que me gustaría comentarles...

Estaba cansado ya de que Angélica me distrajera una incontable cantidad de horas contándome cuán mal novio era Nacho. De lo mucho que la hacía sufrir y de cuán infeliz sería si pese a todo ello, él la dejara (aunque para hacerlo solo faltaba que le hiciera un dibujo explicando que si un novio no se hace presente ni se comunica por más de 15 días estando en perfecto estado de salud y moviéndose como lo hace habitualmente, deja de serlo). En determinado momento, oficiando yo del buen amigo que soy, aconsejándola e invitándola a ser feliz sola o buscando otra pareja que se comportara como tal, ella me pregunta si yo haría lo mismo que le hizo Nacho a ella a otra mujer. 
-Bueno- le dije- eso es difícil. Te diría que no, jamás le haría eso a una mujer.- le contesté riendo.
-Ah, si?, pero esa cara no dice lo mismo...- me contestó con una cara de entre intrigada y enojada.
-Vos sabés que yo no soy moralista, ni creo en la monogamia pero a una mujer no le haría eso jamás.- puse énfasis en la 'palabra mujer' cuando le contesté.
-A una mujer?
-Exacto Ange... Es que tenés que saber una cosa: a mi no me gustan las mujeres. 
 A esta altura un silencio invadió el living donde estábamos sentados. Ella se quedó callada, no asimiló bien en ese momento lo que le estaba diciendo. Y yo no pude hacer otra cosa que reírme, me resultó comiquísima la forma en la que se lo dije y su posterior "reacción". Ella creyendo entender lo que pasaba dijo:
-Me estás jodiendo ("estás bromeando")-  reponiendo su cara a la normalidad.
-No, no. A mi realmente no me gustan las mujeres. Prefiero a los hombres, al igual que vos. 
-Pero... - dijo sin poder completar la frase.
-A ver Ange, a mi jamás me gustaron las mujeres.-
Y con eso iniciamos una larga conversación donde ella se descubrió que un hombre masculino puede ser gay, y de hecho su mejor amigo lo es. 
Me explicaba que jamás se hubiera imaginado que yo fuera gay y yo le expliqué que como yo lo soy, hay muchos más que aunque "no parecen serlo" sí lo son y viven su homosexualidad plenamente. 

Al día de hoy no ha caído en cuenta que me gustan los hombres y no las mujeres. Pretende hacerse la entendida, pero no pierde oportunidad para preguntarme si tal o cual amiga tendría oportunidad conmigo. 
Debo reconocer que su reacción estuvo acorde, no se lo tomó a mal ni intentó discriminarme jamás, pero esos prejuicios que hizo patente cuando a causa de los estereotipos descreía de mi homosexualidad son tan solo un reflejo de lo que la sociedad realmente piensa. 

Qué me cuentan ustedes?

miércoles, 18 de julio de 2012

Cuando una puerta se cierra...

Ok, lo admito: hace mese no actualizo el blog. ¿Que si tuve razones?, eh... no. No las tuve. Por lo menos no razones de fuerza que me impidieran decir por lo menos "estoy vivo", aunque sí es verdad que he estado un tanto ocupado con mis responsabilidades laborales (si, dije laborales porque desde hace un tiempo he ingresado al mercado laboral!!), mis estudios, y mis... eh, este... ¡mis amores!, si, si! mis amores dije.

Durante este relativo breve lapso en mi vida desde mi última entrada donde expresaba que no hay química con mi pareja, he ido experimentando un paulatino cambio en mi vida. 

Empecemos por lo primero: A mi pareja lo dejé. No había química ni necesidad de dilatar más una pareja que no iba a perdurar mucho más en el tiempo. Un mensaje de texto, una llamada y un almuerzo bastaron para aclarar las cosas y en buenos términos seguir cada uno por nuestro lado. 
Disfruté mucho el corto tiempo que estuvimos juntos, las travesuras que incluyeron idas a casinos (con cuantiosas ganancias), boicots a actos homofóbico-católicos en alguna plaza pública besándonos frente a un centenar de personas con dogmas muy aprehendidos, o bromas a vendedoras de ropa cuando nos hacíamos pasar por travestis de closet que buscan ropa. Así podría seguir, y ni siquiera habría necesidad de explayarme en las largas charlas de nuestras vidas, anécdotas, etc. Pero concluiré con un "lo disfruté". 

Una semana después de esto, ya por el mes de febrero, recibí un "toque" en mi Fb. Raro, fue raro pues a ese chico apenas de vista lo conocía, y es de una ciudad cercana a Montevideo (donde vivo) pero a unos cuantos minutos en auto. 
Respondiendo al toque por mensaje privado iniciamos una interesante conversación. Ya desde que vi el "toque" me imaginé (quizá ayudado por sus fotos de nene lindo, o mi picante imaginación) hasta dónde llegaría esta incipiente "amistad" y estas premoniciones empezaron a confirmarse cuando me espetó (sin yo haber sugerido evidencia alguna de mi sexualidad) que es bisexual, que nadie lo sabe y que... ¡le parezco lindo! A esta altura no sabía si se trataba todo esto de una broma que pretendía "sacarme del armario", o se trataba de una franca confesión de una persona realmente interesada en mi. 
Frente a esto, y teniendo claramente definida estas posibilidades y sus posibles consecuencias no respondí que efectivamente yo soy "homosexual" y quizá lo principal: que él también me parece lindo; sino que con una sugerencia muy sutil, pero no reveladora lo invité a conocernos personalmente. Él captó, aceptó y me invitó tomar algo. 
No lo dudé, ese mismo fin de semana fui hasta su ciudad, nos vimos en el punto en que quedamos y fuimos caminando hasta la playa. El resto de la historia merece una publicación aparte... 

Ahora sí, me pondré paulatinamente al día en las publicaciones, me emociona ver que el Blog ha seguido recibiendo visitantes. un abrazo, Federico Q.